Estamos inmersos en un tiempo de incertidumbre, cambios, presiones, inseguridades, obstáculos…y, sin embargo, ¿Hay algo que podamos seguir haciendo? ¿Cómo podemos afrontar este tiempo incierto? A las personas nos gusta tener todo o casi todo bajo nuestro control, planear nuestro trabajo, nuestra agenda de actividades a punto, visitas médicas, horarios de estudio, lectura, hobbies, etc.
Así, vamos haciendo toda una lista interminable de cosas que nos hace sentirnos seguros y tranquilos en nuestro día a día. Pero… ¿qué pasa cuando surgen imprevistos o situaciones difíciles? Por ejemplo, quedarte sin trabajo, una enfermedad y en menor medida, cuando eso que esperabas que te tocaba hacer del día, se modifica por un cambio de planes de última hora, alguien con quién tenías una cita no acude, no puedes ducharte porque han cortado el agua, alguien se puso enfermo en el trabajo y has tenido que realizar el trabajo de un compañero/a, etc. Cuando ocurre todo esto, no estamos preparados para afrontarlo adecuadamente y nos frustramos. Buscamos justificaciones y surgen los ¿porqués? Esa manera de pensar no nos hace avanzar y nos queda anclados en el problema y no buscamos la solución al mismo. Nos limitamos porque buscamos la inmediatez y lo rápido para hacer que las cosas sigan siendo cómo eran y no como son ahora. No hace que miremos con amplitud de miras y que veamos el horizonte, que ahondemos en nuestro interior para encontrar el sentido de aquello que nos sucede en cada momento de nuestra vida.
Si no ahondamos en nuestro interior y buscamos dentro y no fuera, no aparecerán las respuestas. Casi siempre pensamos que son los demás los que tendrían que cambiar, entendernos o las situaciones sernos favorables. Es algo que tenemos como incorporado de fábrica y bastante condicionado ya sea por la educación o por la sociedad en la que vivimos inmersos. Y en cambio, hay otra manera, existe otra posibilidad para pararme y ver que lo que tenemos que hacer es “no hacer” y dejar a cada persona, a cada situación, dar su respuesta de acción, porque estaremos soltando, dando permiso y aceptando que las cosas sigan su proceso, su maduración, su esencia. En definitiva, dejando ser a cada uno tal cual es, sin forzar o a cada proceso su tiempo al tiempo. Esto no quiere decir que no hagamos nada ¡ojo! La solución puede estar en vaciarse de uno mismo para volver a llenarse de todo lo bueno que la vida te sigue ofreciendo. Quitar esos esquemas mentales tan rígidos, parar, buscar el silencio, la tranquilidad…sólo de esa manera uno puede lograr quitar todo lo que sobra, lo que estorba, lo que es perjudicial y no necesita para vivir y ser feliz. Te dejo la historia de una rana y una tortuga para que «elogies la tranquilidad» tan esencial en estos momentos.
“Una rana se subió en el lomo de una tortuga y, mientras paseaban, hablaban así. La rana decía:
. ¿Cómo es posible que te tomes la vida con tanta tranquilidad?
. ¿Cómo es posible que camines tan despacio?
Y la tortuga le respondió:
No es el tiempo que tardas lo que cuenta, sino todo lo que has aprendido al llegar. Tú vas saltando a todas partes, pero… ¿Qué has vivido de todo lo que se ha cruzado en tu camino? No estás en ninguna parte, aunque vayas a todas. Yo, en cambio, estoy donde estoy y el camino que recorro nunca más lo olvido ni lo volveré a caminar.”
«Tuyo es el tiempo»
– León Felipe –
Beatriz Muñoz
Latest posts by Beatriz Muñoz (see all)
- DEL ELOGIO DE LA TRANQUILIDAD - 9 septiembre, 2020
- ¿ Qué pasaría si buscases dentro de ti? - 31 mayo, 2020
- Taller de Autoestima y Asertividad - 25 septiembre, 2019